
Y Rodríguez Marín, ahí, como testigo silencioso de nuestras andadas, nos ha visto crecer y convertirnos en ursaonenses adultos, lo cual también te hace ver, que el paso del tiempo y por qué no decirlo, de unos cuantos desalmados han deteriorado el monumento que tan merecidamente se levanta en su honor. Del verde seto que adornaba su periferia antaño, hoy día no queda ni el más leve vestigio de él, por no hablar de la placa con su nombre que nos recuerda: "Osuna a su hijo predilecto Francisco Rodríguez Marín" seguido de la fecha de su muerte actualmente imposible de leer dado que sólo quedan algunas letras que se resisten a abandonar la piedra.

Creo que este insigne ursaonés universal se merece un trato mejor, y desde aquí llamo la atención a las autoridades competentes para que se hagan cargo de esta situación de dejadez y restauren de una vez por todas el sitio preferente que tan debidamente se ganó en nuestra "Plaza del Bacalao"; también aprovecho la ocasión para proponer la realización de una serie de actos que honren la memoria de su nombre y su obra para que de esta forma no caiga en el olvido y hacernos sentir orgullosos de que Francisco Rodríguez Marín sea de Osuna.
Manuel Jesús Jiménez Perona
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