Esta es la segunda Eurocopa que conquista la selección nacional en su historia después de aquella que los más veteranos recordarán allá por el año 1964 en la que España se impuso en la final ante Rusia con el famoso e histórico gol de Marcelino.
Noche inolvidable, increíble, indescriptible e inenarrable en el que por una vez todos somos del mismo equipo, olvidando las rivalidades existentes entre unos y otros y banderas, bufandas, camisetas, gorros y demás atuendos con los colores de nuestra selección unen a todo un pueblo.
Calles abarrotadas de aficionados exaltados por la euforia, en la que predominaban el sonido de los cláxones de los coches y las bocinas de los numerosos forofos que se echaron a la calle para celebrar este acontecimiento histórico que ojalá no tarde mucho en repetirse.
La noche acabó en la Plaza Mayor que se llenó de seguidores de la selección nacional minutos más tarde de la finalización del partido y que como suele ser habitual en estos eventos, tomaron la fuente de la plaza dando rienda suelta a la pasión que levantaron los hombres de Luis Aragonés.