Vente a la nueva página web
Multiopticas Rodríguez
Esta web está inhabilitada. Por lo tanto los comentarios que se escriban no serán publicados. Para poder escribir comentarios entra en nuestra nueva página web: www.elpespunte.es

lunes, 13 de agosto de 2007

Las lágrimas de San Lorenzo

Horas antes, cuando aún el crepúsculo apenas iluminaba el porche de la viña, sacamos las sillas y las hamacas a esperas de avistamiento de ovnis, fenómeno paranormal, o cualquier otro descubrimiento que llenase nuestras mentes infantiles de esa credibilidad secreta digna de ser contada. A la derecha: el Monte el Tesoro; a la izquierda: Los Motrileños, Tragatiros; a los pies: el barbecho oscurecido pisado tantas veces antes de llegar al chozo de Farruco. Pero al frente, al frente como saliendo de las tinieblas: Osuna. Esa inmensa Osuna pintada en el horizonte como un barco anclado en la noche.

Sin luna la sombra inmensa vaga por la serranía y el silencio atroz martillea los sentidos tragándose lo poco o mucho del día.

La noche traía ese sopor turbio y caluroso de Agosto donde los cuerpos se aletargan y las mentes se despiertan. Sobre nosotros, el cielo cobraba una dimensión desconocida mientras que por nuestras espaldas, desde el cerro que lindaba con Cantalejos, una leve brisa nos llegaba con aromas de tomillos y romero. Pero no fueron las fragancias las que despertaron nuestros ojos, sino el susurro del follaje y los matojos salidos de la nada, de aquella nada profunda e inquietante, bóveda rota por el titilar de las estrellas, escenario cuidadosamente mimado en el que mi padre, señalando al Zenit, desgranaba secretos y constelaciones.

- ¡Un ovni papá!, un ovni!- gritamos.

Su voz se tornó misteriosa, sus gestos intrigantes, las horas avanzaban y como quien sabe lo que hace, emprendió el relato del martirio de San Lorenzo. Sólo recuerdo aquello de “Volvedme al otro lado que de éste ya estoy asado”, porque la esquina imprevisible donde los dioses y la realidad alcanzan su dimensión desconocida hicieron acto de presencia, y no fue un ovni, ni dos, ni tres… ¡Un ejército de ovnis! Ráfagas luminiscentes a modos de luciérnagas siderales, estelas fulgurando hacia abajo, rastros encendidos que me dejaron el alma colgando de ese hilo que marca eternamente, eran las Lágrimas de San Lorenzo.


Inma Valdivia©