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martes, 22 de abril de 2008

Ciclomotores

Quiero felicitar sincera y efusivamente a quien o quienes sean los responsables de la reactivación de la vigilancia y sanción de los conductores de ciclomotor. En efecto, llevo unos días observando tanto a la Policía Municipal como a la Guardia Civil dedicándose a esta labor. Cierto que lo verdaderamente inexplicable es que hayan pasado años –muchos- en los que infracciones como no llevar el casco, carecer de seguro obligatorio, sobrepasar los límites de velocidad, exceder la intensidad de ruidos, saltar semáforos en rojo, circular sobre una sola rueda, o en dirección prohibida, o por las aceras, etc. hayan quedado sistemáticamente impunes, a pesar de cometerse en las mismas barbas de los agentes. Y no me valen excusas sobre falta de dotación personal o material; eso justificaría una situación de carencia puntual, pero no mantenida tantísimo tiempo.

Se me podría preguntar cómo critico estos hechos ahora que parecen estar en vías de solución, pero pueden haber imaginado que ya los denuncié, concretamente el 3 de julio de 2006 ante el Alcalde, el Jefe de la Policía Local, varios periódicos, la Comandancia de Puesto de la Guardia Civil y el mismo Defensor del Pueblo Andaluz. Sólo recibí contestación de éstas dos últimas instancias, en las que se me decía de alguna u otra manera que no les correspondía hacer nada.

Y lo más perverso de esta situación no son ya las faltas y delitos que se dejan de sancionar, sino la sensación que produce en el ciudadano “normal” de que cumpliendo las normas está haciendo el imbécil, que no es más que un pusilánime, o incluso de que si no los multan será porque en realidad no tienen mayor importancia… Se genera, en suma, una tendencia a considerar la ley como algo opcional, eventual, algo que no solo puede, sino casi debe burlarse.

Todos estamos de acuerdo en que la sanción debe ser el último recurso para conseguir el buen comportamiento de la ciudadanía; lo mejor sería una educación cívica que lograra que cada individuo cumpliese las leyes por su propia convicción moral, por respeto a la comunidad. Pero si ésta situación no se da, no hay que tener ningún complejo en reprimir, porque no hay nada de políticamente incorrecto o de fascista en la represión (parece que incluso la palabra se ha convertido en una especie de tabú) cuando lo que se reprimen son comportamientos que lesionan los derechos y la seguridad de los demás.
Aquí puedes descargarte la carta enviada al Alcalde anterior sobre este tema.


José Ángel Sánchez Fajardo
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