Después de todo lo oído, y de todo lo que se ha hablado del tema del agua, es importantísimo que sepamos todos que llueve, que se alivian las cosechas, que se depura el ambiente, que fastidia a algunos, pero que a los agricultores y otros que se preocupan de estos temas, le llega la sonrisa, no de oreja a oreja, sino hasta la frente.
De pequeño nos enseñaron en las escuelas (después colegios, y más tarde centros de enseñanza), que el agua es indispensable, y no hay que dar más vueltas, porque concretamente el cuerpo humano está compuesto en su mayor parte de agua, que evaporamos, diluimos, y a veces derrochamos sin darnos cuenta.
Desde muy antiguo, los distintos entes sociales, y por tanto, civilizaciones que ocupaban el mundo por aquella época, migraban y peleaban por el agua y la tierra, y se asentaban en los terrenos que más propicios eran para sacar a su prole adelante, pensando que la agricultura era fuente de riqueza, y que esas florecientes plantaciones de hortalizas, frutas, plantas aromáticas, caña de azúcar, etc, etc, no eran nada sin agua.
Pero había abundancia, todo era tan sencillo como buscar y ocupar el lugar, aunque para ello se tuviera que emplear las armas del momento, y dependiera la posesión del terreno (y del agua), del número de guerreros, o de lo sofisticada que fueran sus armas (flechas, lanzas, cuchillos…).
El agua ha significado siempre un gran caudal de riqueza, porque gracias a ella se comía de los ríos con las pesca, se supo utilizar como medio de transporte, se vivía en torno a las faldas de los arroyos, sembrando, cosechando, y cerca del mar, se inventó la sal, en definitiva, aprovechando los surcos y regueros de los ríos.
Ha llegado el momento de que actúe nuestra conciencia. La Historia nos marca el camino, que no es otro que remedar en lo posible a nuestros antepasados, simplemente con más “cultura” y por supuesto con más medios de los que ellos disfrutaron.
Emprendamos una verdadera lucha por el agua. Pero una guerra pacífica. Enseñemos a nuestros hijos, y reaprendamos nosotros mismos lo que significa el agua.
Del agua depende casi todo el futuro, y ahí es nada.
Arcadio Manuel Pérez Alcázar-Caballero