No ha hecho todavía un mes del fallecimiento de Rodolfo Álvarez Santaló (1933-2008), director que fue de la Revista El Paleto 2ª Época. El Pespunte dio escueta noticia del mismo e invitó a que alguien de sus amigos manifestara cuanto creyera oportuno al respecto. Con relación “a tan sensible pérdida”, los medios de comunicación han dado la callada por respuesta. Por cualquier mismo motivo, corresponsales, grupos mediáticos y afines, se desviven por sacar en plan llamativo celebraciones y eventos que, por supuesto, son de menos interés que el que tenemos entre manos.
Fui amigo personal de R.A.S. y fui invitado continuamente a colaborar en su publicación. Sólo lo hice esporádicamente por no estar mi escasa creación literaria en línea con los temas que en El Paleto se trataban.
Ello no es óbice para que siempre haya reconocido cuanto de positivo tuvo la labor de esta Revista local y la labor de R.A.S. como director e ideólogo de su proyecto. La palabra es una semilla que no debemos dejar almacenada en el granero de la indiferencia. Allí no podrá fructificar nunca. Hay que esparcirla para que vuelva a la tierra que nos rodea, para crear ambientes madurando y que se cumpla de nuevo su ciclo vegetativo ante la llamada del arte, de la cultura, de las manifestaciones más heterogéneas de la humanidad como tal.
Pese a tantas magnitudes como nos rodean, globalizadas o no, es necesario crear pequeñas inquietudes personales, parcelas de libertad, de belleza; espacios vivos que sean patrimonios íntimos de nuestro tiempo libre, que nos distingan de los del prójimo.
Ya han pasado muchos años (20/30) que, en Osuna, una pléyade de intelectuales se formó alrededor de R.A.S. y supieron con su trabajo despertar la conciencia de un pueblo que pasaba por una etapa de indiferencia y apatía. Mal endémico que cada vez que puede se establece de nuevo entre nosotros. R.A.S. pasó más de la mitad de su vida en Osuna, pensando en este ambiente que nos rodea. Él hizo su mundo. Su mundo lo parceló inteligentemente: su profesión, sus aficiones y sus amigos.
R.A.S. ha muerto. Pero no podemos dejar pasar esta ocasión sin sacar algo positivo. Es un reto que tienen en sus manos aquellos jóvenes intelectuales que le siguieron en El Paleto; hoy la mayoría jubilados pero con mérito suficiente para trazar una nueva estela continuadora.
Estamos en una época de reconocimiento. Es nuestro deber ser agradecidos. Y la mejor forma de reconocer las cosas de Rodolfo es continuar conservando lo ya hecho. Los protagonistas están aquí. Su obra puede continuar. R.A.S. nos sacudió con la alarma de su arte para despertarnos del letargo del convencionalismo. R.A.S. hizo una pintura literaria incómoda donde todos los tópicos entraron atropelladamente por derecho propio.
Su arte no fue de generación espontánea, sino fruto de una vida dedicada al estudio de todo lo que concierne a la vida misma. R.A.S. elevó a categoría superior hechos que a otros pudieron parecer fin de una época.
Sus conocimientos en profundidad de todo lo que ocurrió en su juventud, lo reflejó luego en su pintura y en sus escritos. Sus charlas tuvieron siempre categoría de conferencias. Sus opiniones siempre fueron admiradas y admirables. A Rodolfo le vino chico el mundo de El Paleto. Por eso tuvo que recurrir a la pintura. Sus cuadros nunca fueron fruto aislado de una forma de manifestar su saber. Fueron un auténtico derroche de elaboración que invitaban a pensar en la propuesta elegida por el artista (Picasso, Guerra Civil, Pedro Garfias… auténticas monografías pictóricas).
A su alrededor surgió un colectivo de pintores que pueden decir mucho de R.A.S. (Cristóbal Martín, José Ángel, A. Villar…). Buenos profesionales y una segunda generación que sigue con ese espíritu –aunque parezca que cada uno va por su lado- teniendo como fondo de su paisaje el alma de este pueblo (Bernal, Arregui, Silva, Montero, Montes, Fernández…). Todos ellos podrían colaborar y agruparse en un monumento al buen hacer. Una casa de las muchas de Osuna podría acoger un museo con la obra acabada de R.A.S. y parte de la obra aún viva de sus amigos y colaboradores. Una casa de artistas, con todo lo que ello conlleva. Una casa para El Paleto. No todos los pueblos gozan del privilegio de ser reconocidos como ejemplo de ambiente propicio para artistas.
Lo mismo podemos decir de la nueva generación de autores, historiadores, poetas… (Ramírez Olid, Víctor Espuny, Ruiz-Cecilia, Moreno de Soto, Beatriz Cuevas, Rosa Moreno, Pachón, José Mª Contreras, Porcuna, etc…). Sin olvidarnos de Paco Ledesma, que tiene mucho que decir todavía.
Buen principio para abrir una nueva época que está ya dando grandes frutos.
Eloy Reina
Fui amigo personal de R.A.S. y fui invitado continuamente a colaborar en su publicación. Sólo lo hice esporádicamente por no estar mi escasa creación literaria en línea con los temas que en El Paleto se trataban.
Ello no es óbice para que siempre haya reconocido cuanto de positivo tuvo la labor de esta Revista local y la labor de R.A.S. como director e ideólogo de su proyecto. La palabra es una semilla que no debemos dejar almacenada en el granero de la indiferencia. Allí no podrá fructificar nunca. Hay que esparcirla para que vuelva a la tierra que nos rodea, para crear ambientes madurando y que se cumpla de nuevo su ciclo vegetativo ante la llamada del arte, de la cultura, de las manifestaciones más heterogéneas de la humanidad como tal.
Pese a tantas magnitudes como nos rodean, globalizadas o no, es necesario crear pequeñas inquietudes personales, parcelas de libertad, de belleza; espacios vivos que sean patrimonios íntimos de nuestro tiempo libre, que nos distingan de los del prójimo.
Ya han pasado muchos años (20/30) que, en Osuna, una pléyade de intelectuales se formó alrededor de R.A.S. y supieron con su trabajo despertar la conciencia de un pueblo que pasaba por una etapa de indiferencia y apatía. Mal endémico que cada vez que puede se establece de nuevo entre nosotros. R.A.S. pasó más de la mitad de su vida en Osuna, pensando en este ambiente que nos rodea. Él hizo su mundo. Su mundo lo parceló inteligentemente: su profesión, sus aficiones y sus amigos.
R.A.S. ha muerto. Pero no podemos dejar pasar esta ocasión sin sacar algo positivo. Es un reto que tienen en sus manos aquellos jóvenes intelectuales que le siguieron en El Paleto; hoy la mayoría jubilados pero con mérito suficiente para trazar una nueva estela continuadora.
Estamos en una época de reconocimiento. Es nuestro deber ser agradecidos. Y la mejor forma de reconocer las cosas de Rodolfo es continuar conservando lo ya hecho. Los protagonistas están aquí. Su obra puede continuar. R.A.S. nos sacudió con la alarma de su arte para despertarnos del letargo del convencionalismo. R.A.S. hizo una pintura literaria incómoda donde todos los tópicos entraron atropelladamente por derecho propio.
Su arte no fue de generación espontánea, sino fruto de una vida dedicada al estudio de todo lo que concierne a la vida misma. R.A.S. elevó a categoría superior hechos que a otros pudieron parecer fin de una época.
Sus conocimientos en profundidad de todo lo que ocurrió en su juventud, lo reflejó luego en su pintura y en sus escritos. Sus charlas tuvieron siempre categoría de conferencias. Sus opiniones siempre fueron admiradas y admirables. A Rodolfo le vino chico el mundo de El Paleto. Por eso tuvo que recurrir a la pintura. Sus cuadros nunca fueron fruto aislado de una forma de manifestar su saber. Fueron un auténtico derroche de elaboración que invitaban a pensar en la propuesta elegida por el artista (Picasso, Guerra Civil, Pedro Garfias… auténticas monografías pictóricas).
A su alrededor surgió un colectivo de pintores que pueden decir mucho de R.A.S. (Cristóbal Martín, José Ángel, A. Villar…). Buenos profesionales y una segunda generación que sigue con ese espíritu –aunque parezca que cada uno va por su lado- teniendo como fondo de su paisaje el alma de este pueblo (Bernal, Arregui, Silva, Montero, Montes, Fernández…). Todos ellos podrían colaborar y agruparse en un monumento al buen hacer. Una casa de las muchas de Osuna podría acoger un museo con la obra acabada de R.A.S. y parte de la obra aún viva de sus amigos y colaboradores. Una casa de artistas, con todo lo que ello conlleva. Una casa para El Paleto. No todos los pueblos gozan del privilegio de ser reconocidos como ejemplo de ambiente propicio para artistas.
Lo mismo podemos decir de la nueva generación de autores, historiadores, poetas… (Ramírez Olid, Víctor Espuny, Ruiz-Cecilia, Moreno de Soto, Beatriz Cuevas, Rosa Moreno, Pachón, José Mª Contreras, Porcuna, etc…). Sin olvidarnos de Paco Ledesma, que tiene mucho que decir todavía.
Buen principio para abrir una nueva época que está ya dando grandes frutos.
Eloy Reina