Nos tomamos un pequeño descanso en la presentación de los cuadros de Osuna Naïf, para asomarnos a la Feria de Sevilla y a su Plaza de La Maestranza, con una nueva versión de la que publiqué en la Revista de Feria del año 2005.
Está pintado por encargo de Dª. Adela Esparza, profesora jubilada de Instituto, en Écija y asidua viajera de las excursiones que organizan Los Amigos de los Museos. La organización del cuadro es la misma pero, en esta ocasión, la plaza cobra más protagonismo, ya que en la Revista de Feria figuraba como ilustración de unas letrillas.
El estilo naïf es ideal para la representación ordenada y atenta del público que presencia la corrida. La postura estática de los espectadores de los tendidos y las gradas, contrasta con el ajetreo de las personas que se encuentran fuera de la plaza.
El dinamismo de las líneas de los tejados, el aro rojo de la barrera y los círculos del ruedo, tienen su punto de apoyo y reposo en las horizontales de la los poyetes de la verja y el adoquinado.
La corrida acaba de empezar. Llegan algunos rezagados y los porteros se disponen a cerrar las puertas de acceso a los tendidos, para colocarse en un sitio estratégico desde donde contemplar el festejo. La plaza registra un lleno hasta la bandera. El único que no se divierte es el toro.
Cristóbal Martín
Está pintado por encargo de Dª. Adela Esparza, profesora jubilada de Instituto, en Écija y asidua viajera de las excursiones que organizan Los Amigos de los Museos. La organización del cuadro es la misma pero, en esta ocasión, la plaza cobra más protagonismo, ya que en la Revista de Feria figuraba como ilustración de unas letrillas.
El estilo naïf es ideal para la representación ordenada y atenta del público que presencia la corrida. La postura estática de los espectadores de los tendidos y las gradas, contrasta con el ajetreo de las personas que se encuentran fuera de la plaza.
El dinamismo de las líneas de los tejados, el aro rojo de la barrera y los círculos del ruedo, tienen su punto de apoyo y reposo en las horizontales de la los poyetes de la verja y el adoquinado.
La corrida acaba de empezar. Llegan algunos rezagados y los porteros se disponen a cerrar las puertas de acceso a los tendidos, para colocarse en un sitio estratégico desde donde contemplar el festejo. La plaza registra un lleno hasta la bandera. El único que no se divierte es el toro.
Cristóbal Martín