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sábado, 12 de abril de 2008

Un ursaonés malvive durante 47 días en una cueva de la Necrópolis de Osuna

Aunque parezca mentira en la sociedad actual podemos ver situaciones infrahumanas muy cerca de nosotros. Sí, en Osuna, un anciano malvivía en una cueva de la Necrópolis, se trata de Antonio C. G., un anciano de 73 años nacido en Osuna que tuvo que viajar a Madrid cuando era joven para poder vivir y por circunstancias de la vida ahora a los 73 años se ve obligado a volver sin nada y cobijarse en una cueva.

Este anciano se encontraba en condiciones realmente infrahumanas, desde el 24 Febrero de 2008 que llegó a Osuna ha estado por aquella zona, al principio se cobijó en una cuadra cerca de la pileta romana, pero el propietario lo invitó a abandonarla, decidió meterse en una oscura y sucia cueva donde semiprotejerse del viento, frío, lluvia, etc. Su única pertenencia era la ropa que tenía puesta, ha estado durante 47 días sobreviviendo en la pequeña cueva, 47 días no es un solo número, 47 días es mucho más que eso, es 47 días buscando alimentos, 47 días entre basuras, 47 días pensando en el mañana, 47 días de miedo, 47 días preparando la cueva para la noche, 47 noches de frío, 47 mañanas despertándose temprano, 47 días de incertidumbre, son 6 semanas y 5 días solo, sin agua, sin luz, sin familia, sin comida, sin higiene, etc.

Se alimentaba de comida recogida del vertedero (La Quinta), muchos de los alimentos y bebidas que tomaba estaban caducados de hace años, también algunas personas que conocías su caso le llevaban algunos bocadillos o alguna comida. Al principio de la cueva solía amontonar inútilmente pañales de bebé para absorber el agua de la lluvia para que no llegara a entrar dentro, pero con las fuertes lluvias de nada servía, todo el agua entraba para adentro mojando un colchón también del vertedero que se empapaba por completo mojando así al pobre anciano y a sus sucias mantas que usaba para calentarse. Antonio dormía con su inseparable linterna amarrada en su muñeca, linterna con pilas semiagotadas del vertedero que apenas lograba encender el filamento de la bombilla. Durante el día se daba un paseo por el vertedero en busca de algo para saciar el hambre y en busca de ropa aunque fueran 10 tallas más grandes que la suya, lo principal era abrigarse. El poco aseo que tenía era con un cubo de agua muy fría que usaba las cabras para beber.

Nadie en estos días ha denunciado el caso a los servicios sociales, parece ser que las pocas personas que lo veían, les parecía una situación normal.

Cuando me enteré del caso no me lo podía creer, el Jueves 10 de Abril mi hermano (Moisés Valdivia) me contó que paseando el perro por la Necrópolis vio a un mendigo que vivía en una cueva y que estaba muy necesitado, le acababa de llevar 1 litro de leche caliente con ColaCao y azúcar que se lo tomó casi sin respirar y un bocadillo que también le llevó. No podía creérmelo y decidí visitarlo con Moisés, mi primo Miguel Ángel Valdivia y también me acordé de los amigos de El Pespunte para visitar a este anciano. Aprovechamos la visita para brindarle ropa limpia que no usábamos y algo de alimentos. Al llegar, allí estaba Antonio dormido en un colchón y envuelto en una manta, lo despertamos sin saber su reacción, y nos atendió muy abiertamente, quise sentarme en el colchón para estar cerca de él mientras le hablaba y el pobre hombre me pidió que no me sentara en el colchón porque estaba mojado.

Hablamos de su dura vida, en la que ha estado trabajando desde siempre y ahora se ve en esta situación solitario, metido en una cueva y en condiciones infrahumanas, descubrí un Antonio pacífico, tranquilo, conformista, trabajador, educado, muy simpático, y… según él buen “cantaor”.

Nos contaba su vida mientras su miraba reflejaba un cargo pasado, tristeza, una vida injusta y cruel. Antonio nació en Osuna, a los 23 años tuvo que viajar a Madrid para buscar trabajo, estuvo durante 34 años en chabola en Madrid donde sí tenían luz y una fuente de agua cerca, allí se casó con una mujer que murió de diabetes.

Al ver aquello no podía quedarme con los brazos cruzados, le propusimos hacerle una entrevista y publicarla para que alguien pudiera ayudarle, él aceptó sin problemas y le hicimos la entrevista, luego nos echamos unas fotos, estuvimos casi toda la tarde con Antonio. Después de hacerle la entrevista, Manuel Fdez. Carreño (de El Pespunte) y yo decidimos no hacer pública esa entrevista para no incitar a ninguna persona a que llegara a molestarlo a la cueva, lo mejor sería actuar desde nuestra primera persona, le prometí a Antonio que le buscaríamos solución. Llamamos a la delegada de Servicios Sociales comentándole la situación, ella nos dijo que al día siguiente quedaríamos para visitarlo. Al día siguiente (Viernes 11 de Abril de 2008), a primera hora visité a Antonio, le pregunté cómo había pasado la noche, y con su mirada me lo dijo todo, aún temblaba del frío, soy persona y no podía aguantar ver esa situación, le dije (disimulando la emotividad) que volvería dentro de un rato con una chica que le iba a intentar ayudar (delegada de Servicios Sociales) y lo mejor de todo que le llevaría café con leche caliente y unas galletas. Así fue, la delegada lo visitó y le dijo que esa situación no podía seguir así y que lo iba a solucionar durante el día para que no pasara allí el fin de semana.

La delegada por ahora ha hecho todo lo posible, imagino que todo el Ayuntamiento, pero no puedo decir que todo haya sido color de rosa por parte del Ayuntamiento, ya que durante todo el día he vivido situaciones surrealistas, no entiendo que estando el caso en manos del Ayuntamiento, tenga yo (un nadie) que hacer más de 20 llamadas telefónicas para averiguar las cosas. La delegada ya avanzada la tarde me dijo que provisionalmente este fin de semana dormiría en una pensión, que la CRUZ ROJA (sí mayúsculas) se encargaría de transportar a esa persona, pero primero había que llevarlo a un sitio para que se duchara, se afeitara, se pusiera ropa limpia, etc. Ver a ese hombre en esa situación me sorprendió bastante, pero mucho más me sorprendió que por parte del Ayuntamiento se le negara duchas de propiedad municipal, que quede claro, MUY CLARO, en la residencia de ancianos (Antiguo Hospital) le negaron que se duchara allí, muy claramente: “no, no, aquí descartado, por motivos de higiene para los residentes”, a ver, digo yo, sin hacerle un reconocimiento médico no se puede saber si tiene enfermedad o no, si tuviera enfermedad no se puede discriminar a una persona, y si no se sabe si está enfermo o no después de la ducha se hecha “20.000 litros” de lejía y no pasa nada, muy, muy pero que muy mal esta parte, las duchas del polideportivo tampoco, porque decían que eso era algo muy complicado, - a ver, ¿complicado? Se ha ido a la luna que es más complicado aún, ESTAMOS HABLANDO DE UNA PERSONA que lleva 47 días sin una buena higiene, un anciano de 73 años. En ese momento no pude aguantarme y le dije a la otra delegada de servicios sociales que desde que yo me enteré de la situación ya ha pasado una noche eterna de las 47 en esa cueva y que esta noche no la pasaría en esa cueva porque yo no quería, NI UNA NOCHE MÁS. Y brindaba la oportunidad de volver a salir en todos los medios de comunicación provinciales, autonómicos y naciones si Antonio esta noche no la pasaba como cualquier persona se merece.

Es indescriptible el trato, la dedicación y la implicación de la CRUZ ROJA (otra vez mayúsculas) en el caso, buscaron ropa adecuada para Antonio, zapatos de su talla, ropa interior, higiene personal, etc. no paraban de llamarme preocupándose por el tema, informándome de las novedades que pasaban, no sólo prestaban los medios de la CRUZ ROJA sino que incluso los suyos personales. Sí señores, una magnífica labor, gente estupenda, generosa, caritativa…

Las horas de la tarde iban pasando, hasta que por fin recibo una llamada de la delegada diciendo que ya tenía una pensión dónde quedarse este fin de semana, algo provisional, se lo comunico a Antonio – “Vamos Antonio, que ya por fin van a venir a recogerte, coge lo realmente importante, que esta noche no pasarás frío, esta noche no pasarás hambre, esta noche no te mojarás ni te despertarán los gallos cantando, jejeje”, lo primero que hizo Antonio fue coger un cubo de aceitunas casi podridas que olían muy mal que las tenía para comérselas, y se las llevó a que se las comieran las cabras, lo poco que le sobró de comida que le llevamos, galletas, latas de conservas, etc. se lo dio a unos niños que jugaban por allí.

Por fin llegó la CRUZ ROJA cogieron a Antonio y se lo llevaron a la pensión, al rato fui con mi hermano Moisés a visitarlo, y nos encontramos que sólo tenía alojamiento, no tenía solucionado el tema de la comida, y de nuevo llamadas y más llamadas para solventar el problema de la cena, no entiendo, pero para la cena otra historia. Le dije que volvería con la cena y me dijo: “Bueno como quieras y sino lo dejas, otro día, ya con esto me conformo (la habitación)”. Al final acabé llevándole la comida yo, junto con Moisés y un amigo (Alberto Chía), ya en el hostal y comiendo sentí tranquilidad, bueno él más jeje, nos dijo que estaba como un marqués, agua caliente, cama, armario con ropa, televisión, servicio, etc. dice: “esto es mejor que la cueva, jejejejeje”.

El poco o mucho futuro que le espera, espero que pueda vivir dignamente. Y el Ayuntamiento o el organismo competente correspondiente puedan ayudarlo. Y sobre todo ni una noche más en la calle.

Quiero dar las gracias en nombre de Antonio C. G. a:

Moisés Valdivia
Miguel Ángel Valdivia
Manuel Fernández
Francisco Aguilar
Miembros de la Cruz Roja
Brígida Pachón
Juan José Ramírez
El Pespunte


A continuación os dejamos el enlace donde podrás descargarte la entrevista que le hicimos dentro de la cueva. Está transcrita incluyendo interjecciones, onomatopeyas, etc. con el fin de reflejar realmente lo que Antonio C. G. nos quiso transmitir. Descargar entrevista.


Juan José Valdivia Mínguez