Me llamo Sofía, vivo en Sant Hilari Sacalm, provincia de Girona y soy descendiente de ursaonenses.
Mis padres abandonaron Osuna junto a mis tres hermanos mayores en el año 1960 a contracorazón.
Eran hijos de esa tierra pero esa tierra no les alimentaba. Como tantos otros españoles en aquella época, cargaron con lo poco que tenían y, de la mano de otros familiares ya instalados en Cataluña, decidieron emigrar.
Imagino la mezcla de sentimientos durante el largo trayecto: por un lado el miedo a lo desconocido y por el otro la esperanza de una vida mejor.
Lo primero que les llamó la atención fue encontrarse con gente de una idiosincrasia muy diferente a la suya; en gran parte debida a la situación montañosa y de difíciles comunicaciones con otros núcleos de mayor población.
Un pueblo donde se hablaba otro idioma, lo que dificultaba la comunicación y hacía más difícil la integración.
En cuanto al clima también notaron diferencia, pues los inviernos transcurrían con frío y nieve. No tan difícil fue aclimatarse a los veranos, pues las temperaturas eran y son muy cómodas para vivir y sobre todo dormir.
Encontrar trabajo no fue ningún problema, la época era prolífera en pequeñas tornerías de madera cuyo producto se popularizó por toda España y gran parte del extranjero. Eran los típicos adornos de madera con clavos para colgar las llaves, soportes para mondadientes, portafotos, soportes para agujas, ceniceros, cofres, fuelles, candelabros y un largo etcétera.
Fueron muchísimas las personas que en las dos décadas posteriores fueron llegando y potenciando este tipo de industria.
Otro de los recursos laborales importantes del pueblo fue y sigue siendo aún más, la explotación de agua mineral embotellada; ¿quién no conoce a Font Vella?
Al cabo de nueve años mis padres y los hijos que en el año 1969 ya éramos seis, tres catalanes, emprendimos un viaje de vuelta para unos y de descubierta para otros. Yo tenía cinco años y aún recuerdo la tienda de alto techo donde me compraron mi vestido de faralaes.
Durante ocho o nueve años pasábamos unos días de vacaciones en Osuna, en casa de mis tíos, en la Plaza Asunción. Luego los viajes fueron sólo de vez en cuando.
Recuerdo el calor sofocante y la confusión que creaba no llamar a las cosas por un mismo nombre cuando iba a comprar, y no se vayan a imaginar que las pedía en catalán.
Ejemplo:
·En mi pueblo hay jamón dulce y jamón salado.
·En Osuna hay jamón york y jamón.
Cuán obvio fue para el charcutero que quisiera el jamón salado…
Mis padres siempre han tenido el pensamiento y su corazón allí; mi madre y mi hermano mayor aún conservan su acento. Mi padre solía hacer mención a los sabores; por poner un ejemplo en los tomates y el pepino del gazpacho; y a los olores de las flores, decía que allí eran más intensos, supongo que la temperatura tendría algo que ver. Mi madre a los corros de vecinos en la calle durante las noches a la fresquita.
No podría terminar sin referirme a un aspecto muy importante en cuanto a la forma de ser de la gente de aquí y de allá y es el salero y la gracia sevillana que no tiene rival ni aquí ni en ningún lugar.
¡Viva Sevilla y olé, viva Triana…!
Y que vivan también mis raíces en esa vuestra tierra OSUNA.
Sant Hilari Sacalm, Marzo de 2008
Sofía Sánchez Reina