Zermatt es una comuna suiza del cantón del Valais, localizada en el distrito de Visp. Es una localidad turística situada en el fondo del valle del Cervino (Matterhorn), situada en el sur de Suiza. La comuna, situada a 1620 metros sobre el nivel del mar, se ha hecho famosa por situarse junto al famoso pico del Cervino y por ser la base de la enorme estación de esquí de Zermatt y Breuil-Cervinia.
Nuestros objetivos, como siempre estaban condicionados a la cambiante y dura meteorología en esta cadena montañosa, por lo que esperamos llegar a Suiza para planificar nuestros días en la alta montaña.
Tuvimos la suerte de que las previsiones meteorológicas en el “Alpin Center” de Zermatt nos pronosticaban al menos cuatro días de “buen tiempo”. Con esta información decidimos rápidamente comprar provisiones y coger el tren de cremallera Zermatt-Gornergrat con parada en Rotenboden. Desde allí nos dirigimos al Refugio Monte Rosa (MonterosaHüte) después de atravesar el glaciar Grenzgletscher donde las grietas y pasos de hielos eran muy frecuentes.
Después de la primera noche en este refugio de bandera suiza cuidado y atendido, al día siguiente tomamos rumbo al Refugio Gniffeti (Italia) con objeto de aclimatar un poco y alcanzar a través del Paso de Lys de (4.248 metros) territorio italiano. Fueron nueve horas de durísima travesía íntegramente sobre glaciar y en el que la niebla baja y densa nos complicó en algunos tramos la marcha.
Después de disfrutar de unas vistas espectaculares y tomar un pequeño ágape tomamos dirección a Punta Parrot (4.436 m) que coronamos después de una larga arista nevada y aérea en donde todas las precauciones eran pocas y cualquier traspiés nos condenaba a 700 m de caída. El Ludwigshöhe (4.342 m) fue nuestra siguiente cumbre y finalmente antes de retomar camino de vuelta al refugio agotamos nuestras pocas fuerzas en alcanzar la cumbre de la Pirámide Vincent (4.215 m).
Todas estas cumbres al encontrarse sobre la frontera suizo-italiana tienen la particularidad de tener dos denominaciones en función del país que lo nombra (Dufourpitze suizo o Monte Rosa italiano, Punta Gnifetti o Signalkuppe,...)
Al siguiente día tocaba la vuelta al refugio Monte Rosa para atacar esa misma madrugada el Monte Rosa que con sus 4.634 m. es la segunda cumbre de los Alpes. Salimos de Italia temprano y llegamos a Suiza a eso de las tres de la tarde. Intentamos descansar, hablar con amigos burgaleses, catalanes, asturianos, nepalíes, rusos, alemanes y uno que otro polaco, y marchar al catre a las 8 de la tarde para descansar ya que a las 3 de la madrugada había que equiparse y empezar a subir. Este madrugón se debe fundamentalmente al desnivel de casi dos mil metros que hay que superar y por la zona de glaciar con infinidad de grietas que se hacen más frágiles mientras más avanzado está el día. Es decir hay que subir cuando la nieve está compacta y volver cuando esta aún mantiene un poco un dureza y nos evite uno que otro susto (que los hubo) en grietas ocultas.
A la hora prevista, con el frontal en el casco, los crampones bien atados, el piolet en la mano y encordados iniciamos la ascensión. Tras una primera parte en la que perdimos el rumbo nos incorporamos a una larga cuerda de polacos, rumanos y alemanes que al igual que nosotros pretendían hacer cumbre. Nuestro ritmo era superior y antes del amanecer tomamos la delantera y alcanzamos la zona de Sattel sobre las ocho de la mañana. Desde allí hasta la cima basta con subir dos tramos de arista helada y muy pero que muy expuestas en donde no se puede tener el más mínimo error. Descansamos un poco y tras el primer tramo llegamos a una zona de mixto (hielo-roca) que nos conducía finalmente a la cumbre. No sé qué se nos pasó por la cabeza pero no lo vimos suficientemente claro. Es decir, consideramos que el paso de mixto era excesivamente aéreo y expuesto como para no poder asegurar en ningún punto. Dudamos y dudamos hasta que finalmente nos pudo la prudencia y decidimos volvernos a tan solo doscientos metros de la cumbre.
Seguramente hubiéramos llegado a cumbre sin problemas pero en la montaña cuando algo no lo ves, no lo ves, y allí arriba no se puede dudar porque te estás jugando la vida. Quizás el cansancio acumulado de tantos días de montaña sin descansar nos hizo ver la realidad más complicada de lo que realmente era. Comenzamos la bajada con la sensación un poco amarga de haber “tocado con la mano” el Monte Rosa.
En el refugio nos comentaron una pareja de asturianos que el paso estaba equipado con cuerdas fijas al otro lado de las rocas y que no era complicado (nosotros no vimos las cuerdas).Tal era nuestro enojo que bajamos directamente hasta la estación del tren de cremallera para volver a Zermatt.
Benjamín Sánchez