En la madrugada del pasado viernes al sábado, es decir, entre las 04:00 y las 05:00 del día 15 de marzo, volvía de tocar con mi grupo, La Conjura, en un concierto, esta vez en Marinaleda. La tarde fue larga: montaje en el escenario, prueba de sonido, cena, concierto, desmontaje, carga y finalmente la vuelta a nuestro pueblo, a nuestra Osuna. Pero faltaba por recorrer el tramo de carretera que separa a estas dos localidades. La prudencia nos lleva a no beber ni una sola gota del alcohol para llegar lo mejor posible a Osuna, y una vez allí, quedar para tomar algo en un pub cercano, muy cercano a nuestra querida Colegiata. Una vez entramos por la calle Écija, respiramos tranquilos, pues el viaje fue bien y ya nos sentíamos como en casa pero fue justo a partir de aquí cuando empezaron nuestras desgracias.
Mi compañero, algo más relajado al estar en su pueblo, no se percató de un paso de peatones elevados, de esos que uno no sabe a veces si ir en coche o alquilar un helicóptero para poder pasarlos y que maldita sea la hora en que a alguien se le ocurrió ordenar que estos obstáculos, porque no tienen otro nombre, inunden las calles de nuestras ciudades. Pues bien, como iba diciendo, mi amigo no se percató de ello lo que supuso llevarse un buen susto y percatarse de que su coche perdia aceite como un animal degollado pierde su sangre, es decir, la rotura del carter y el pago de una buena factura, lo que hacía que la noche empezara a romper su magia. Y digo empezara porque esto sólo fue el primero de los dos lamentables capítulos de nuestro regreso, ya que, al poco tiempo y una vez dejado el coche de mi amigo estacionado (por no decir parado e inutilizado a causa de estosi nventos de "seguridad vial" que destrozan el carter, la suspensión y todo lo que pueden) nos fuimos a tomar la susodicha copa y a relajarnos un poco. Cosa más lejos de la realidad.
Dejamos mi coche estacionado en la rampa de entrada a la zona de la Colegiata, obviamente, con todos mis instrumentos de música. Sólo iba a ser una copa y luego a dormir. La verdad es que me sentía seguro, estaba en mi pueblo, en mi hogar, llegamos de fuera, tras pasar por una carretera algo complicada, en una noche oscura y al entrar en Osuna, uno respira profundo y aliviado, pensando: Estoy en casa... Además dejé el coche aparcado al cobijo de nuestra Colegiata que desde sus alturas parece velar por nosotros, por supueblo, como una madre atenta que nos arropa a todos. Hasta ahí llegaba mi cofianza, como la de alguien que se mueve seguro y libre por su hogar, pero, la sorpresa surgió cuando, en menos de una hora, salimos para ir a dormir con el sabor agridulce de todo lo acontecido.
El agridulce, finalmente se tornó totalmente agrio. Al acercarme a mi coche vi, con cara de incredulidad e impotencia, cómo en mi pueblo, bajo nuestra protectora Colegiata, con mi orgullo como Ursaonés dañado, el cristal de mi coche estaba totalmente destrozado y el teclado-piano que me acompañó desde mis comienzos con mi grupo, el que ha recorrido toda España de Sur a Norte para volver al Sur, el que me vió crecer como músico, había sido sustraído y ahora estaba desamparado en manos de unos criminales que me lo arrancaron sin escrúpulos destrozando mi coche, meses de trabajo en el pasado y en el futuro y, sobre todo, para posible y simplemente sacar unos pocos euros malvendiéndolo, para sacar un pico y destrozar sus vidas.
Qué decepción, qué sensación de tristeza, impotencia, odio e injusticia... en qué poco tiempo te pueden arrancar algo que tanto ha costado adquirir y dominar, algo que en manos de un desgraciado no le sirve para nada, algo que, ojalá, al menos termine en manos de alguien que pueda usarlo y no termine tirado en un vertedero improvisado al sol o en un contenedor totalmente destrozado.
A todo mi pueblo de Osuna, les pido algo de ayuda y si alguien intenta venderles un teclado "Casio CTK-811 EX" a precio ridículo, con funda de viaje incluida y un atril... no duden en saber que es robado, que se lo han robado a alguien que se gana la vida dignamente a través de la música y para el que tiene un valor más sentimental que económico.
Si eso ocurriera por favor, denuncien a quien se lo intenta vender, o háganlo saber a la autoridad o, si tienen información póngase en contacto con el siguiente mail: paconjura@wanadoo.es y éste que escribe, su vecino y paisano, se lo agradecerá enormemente.
Muchas gracias de antemano a todos y recuerden que la seguridad empieza en nosotros mismos. No dejen nada dentro de su coche y tengan mucho cuidado, que estamos rodeados de delincuentes sin sentimientos, amigos de lo ajeno. Que no les ocurra a ninguno de nuestros buenos vecinos lo que me ocurrió a mí.
Un saludo muy afectuoso a todos de: Francisco Manuel Sánchez Aguilar.