Calamares, tintas de calamares, negros vestigios que auguran negros tiempos, luz, sol, escaparates olvidados en el arca de los tiempos ¿por qué sembrar sombra cuando las alegrías enriquecen y hasta en las noches brillan estrellas?
Miré sus manos más blancas que la nieve pura, miré sus ojos más claros que el agua de las fuentes, miré la niñez, absorta, desnuda de impudicias, y una fiebre avara recorrían las calles de aquel barrio maldito.
Tú, aún, no sabes niño, que el dolor del hombre, el hombre los quieren enterrar con propiedades, con dominios, con engaños, sin saber que las propiedades, el engaño y el dominio se quedan, y que un día, el día en que vencidos por la naturaleza nos toque el último viaje, tan sólo llevaremos en las alforjas de nuestro equipaje lo que hemos sido, la felicidad que hayamos criado y lo poco o mucho que hemos aprendido.
Inma Valdivia. De su libro El cuerno del Unicornio
Miré sus manos más blancas que la nieve pura, miré sus ojos más claros que el agua de las fuentes, miré la niñez, absorta, desnuda de impudicias, y una fiebre avara recorrían las calles de aquel barrio maldito.
Tú, aún, no sabes niño, que el dolor del hombre, el hombre los quieren enterrar con propiedades, con dominios, con engaños, sin saber que las propiedades, el engaño y el dominio se quedan, y que un día, el día en que vencidos por la naturaleza nos toque el último viaje, tan sólo llevaremos en las alforjas de nuestro equipaje lo que hemos sido, la felicidad que hayamos criado y lo poco o mucho que hemos aprendido.
Inma Valdivia. De su libro El cuerno del Unicornio